ESCLAVITUDES MODERNAS

02.10.2014 10:03

ESCLAVITUDES MODERNAS

Vivimos en unos tiempos tan acelerados, modernos, donde la información no se acaba de procesar cuando ya aparecen nuevos sucesos que llaman la atención pero en algunas materias el tiempo pareciera no haber corrido pues ideas tan antigüas como anticuadas se siguen sosteniendo sin ninguna muestra de uso de la razón.

Si comprendiéramos que en las sociedades donde se escribieron libros considerados sagrados, particularmente en nuestro occidente con la consabida mitificación del judeo-cristianismo, se dieron circunstancias particulares que se reflejaron, más que eso, que quedaron atrapadas en dicho libro, veríamos las cosas con más objetividad y menos fanatismo por ideas particulares, sectarias, sin sentido común, nada objetivas, alejadas de la realidad, tendenciosas y manipuladas para producir un fin específico.

Comencemos por analizar las fechas y circunstancias. Los judíos no tienen pasado demostrable hasta poco más de un milenio antes de nuestra era. Todo lo demás queda en el papel que aguanta con todo, pero comprobaciones históricas de personajes como Noé, Abraham, Isaac, Jacob, no existen y si se estudian sus historias de manera analítica y comparativa, observaremos como las historias atribuidas a ellos, como el diluvio de Noé, así como el papel legislador de Moisés, por ejemplo, son historias viejas de otros pueblos reescritas por los judíos, probablemente en tiempos del cautiverio babilónico. Hay textos de mayor edad que están en bibliotecas y museos que comprueban que lo proveniente del judaísmo es copia de escritos sumerios y de muchas fuentes egipcias, como los 10 mandamientos y la historia del Salvador que muere y resucita al tercer día.

Vistas las cosas de ese modo, es muy improbable que un pueblo que nunca marca el comienzo de la civilización en ningún texto de historia universal porque no hay fuentes que hablen de ellos sino una y sola una y es la antigua Torá y los otros escritos del antiguo testamento, nos venga a contar cómo empezó el mundo, así de sencillo. No es el último arrendatario el que me va a contar la historia de una casa muy vieja siendo que hay mejores fuentes. La misma historia vieja y original con nuestra miope mentalidad es mirada como un mito pero la copia, el plagio, el robo de propiedad intelectual es visto como algo que pasó en la vida real… ¡qué incongruencia y falta de sentido!

En cierta ocasión me encontré con alguien que me aseguró ser el compositor de un disco vallenato de protesta social que ya había escuchado un tiempo atrás. Luego me cantó otra canción, de mucho menor estilo, mediocre en la métrica y rima, y cuando terminó le dije con toda seguridad que el disco que decía “ahora que la dama tiene plata, llega el galán a la casa y promete quererla/ claro tiene el gas que es una ganga, la sal de Manaure y el carbón de piedra” no era de él sino de un renombrado compositor, y que el segundo, un disco malo, mediocre, ese sí era de él. Es el mismo caso, una historia ya contada, una canción ya cantada, que se nos presenta por otra fuente como suya. De lo que no me queda duda de originalidad de los judíos es de las cerámicas encontradas por arqueólogos que intentaban hallar su historia, cerámicas, sencillas, poco adornadas, rústicas.

Para las épocas en que se escribió la Biblia, tomando desde el primer escritor hasta el último, abarcando varios siglos, encontramos un tipo de sociedad donde se daba el esclavismo como cosa natural y  se daba el machismo o patriarcado, fenómenos que quedaron registrados en dicho libro.

HISTORIA DE LAS DIVINIDADES ANTIGUAS

Si vamos al panteón de los dioses desde los tiempos más antiguos encontraremos que primero se creyó en diosas femeninas, en épocas más antiguas, luego se pasó a una dualidad de dioses femeninos y masculinos y luego terminó por imponerse el patriarcado.

La mujer era quien tenía la descendencia y la fecundidad era su fuerza. Las diosas de esas épocas eran expresión de las épocas iniciales del predominio de la mujer en la tribu. Se adoraba entonces a la Gran Divinidad. una mujer, la diosa de la fertilidad y de las buenas cosechas. Desde tiempos inmemoriales se habla de la Madre Tierra y es un nombre y un concepto mucho más antiguo que los Jehovás y los Alás modernos. De acuerdo con las lenguas, sitios y costumbres, fue adquieriendo nombres distintos: Astarté para los fenicios, Istar para los babilonios y los asirios, Ash-dar para los acadios, Ceres para los latinos, madre universal siempre en cinta y siempre virgen. Las figuras más antiguas que representan dioses son de mujeres gordas, preñadas, con grandes senos, collares y aderezos en su cabeza.

Cambios importantes ocurren 8.000 años atrás (cuando no existía ni el primer patriarca judío) en cuanto a la organización del trabajo y de la estructura social. Hay predominio todavía del matriarcado pero el hombre comienza a pujar por el trono de la divinidad. Se dan casos ubicados en el mismo tiempo de comunidades donde prima el matriarcado, otras donde predomina el patriarcado y otras donde hay concesiones y dominio de ambos. Es decir, hubo oscilaciones entre ambos poderes hasta que finalmente se impuso el patriarcado. En este período de transición hubo dualidad de dioses creadores femeninos y masculinos, la mitología griega nos muestra, por ejemplo, a Urano y Gea, el cielo y la tierra.

En un principio las diferentes mitologías dieron realce a la tierra y a la mujer, las diosas eran expresión de esta fecundidad (tanto de la tierra con sus cosechas como de la mujer con los hijos). Pero con el tiempo apareció el cielo y el sol, tomando más importancia que la Tierra. La mujer es dejada en la Tierra y sometida, el hombre toma el cielo y el Sol y aparecen los dioses creadores masculinos.

La importancia de Bachué, la madre de la raza muisca fue el símbolo máximo en las primeras etapas de su historia, pero luego fue reemplazada por Bochica, héroe civilizador. A partir de él se instaló un definitivo patriarcado entre los caciques y la organización de los pueblos chibchas. Diosas como Anahita, Cibeles, Isis, etc, son puestas en un segundo plano con la irrupción de los dioses masculinos.

El patriarcado se impone cuando luego de siglos en los que atribuía la fecundación totalmente a la mujer se da cuenta que sin su participación este fenómeno es imposible. Este es el tiempo en que surgen las culturas mucho más definidas como en el caso de Mesopotamia, Egipto y Oriente.

Los dioses creadores dominan entonces el cielo y son masculinos, llámense Jehová, Alá, Hunab Ku, Viracocha, Tengri, Mavitsinim, P’an-Ku o Chiminigagua.

Los héroes civilizadores, enviados por ese gran dios creador son también masculinos, como en los casos del Moisés judaico, el Manú hindú, el Quetzalcóalt mexicano, el Osiris egipcio o el Bochica chibcha.

Los que han encarnado la divinidad como redentores son también masculinos como el Jesucristo del cristianismo,, el Fohi chino, el Buda de extremo Oriente, el Mahoma del islamismo, el Goranchacha muisca, el Krisna de la India, el Mitra de los antiguos persas,, muchos de ellos, por coincidencia, nacidos de una virgen como Jesús, Fohi y Mitra.

A esto se añade que mientras el hombre se diviniza, a la mujer se le rebaja en su condición. Pandora, Huitaca y Eva son muestra de las desgracias que las mujeres causan a la humanidad. Todos estos elementos refuerzan el patriarcado haciéndolo más dominante y llegando hasta los niveles conocidos de misoginia y opresión a la mujer que conocemos.

Hay una trípode elaborada del patriarcado: Dioses creadores, dioses solares y héroes civilizadores masculinos.

EL CÓDIGO DE HAMMURABI

Este código fue escrito por el rey de Babilonia hacia el año 1.800 antes de nuestra era. Allí se consagra la familia patriarcal, punto clave de la cultura mundial de esa época. En dicho código se consagraba que el matrimonio era un contrato que aumentaba la mano de obra para el esposo, además, se establecía la poligamia, puesto que el hombre podía tener varias o muchas mujeres, mientras que la mujer era penalizada por adulterio con la muerte.

De este modo todo va configurando un cuadro en el que la mujer viene a ser una propiedad más del hombre, su instrumento de placer, animal de carga y madre de sus hijos. Derribado el mito de que la fecundidad era patrimonio exclusivo de la mujer, el hombre implanta el patriarcado, establece como dios creador y máximo a un ser con figura de hombre (el “Anciano de días” del antiguo testamento judío).

LA BIBLIA Y LA MUJER

Si situamos a la escritura de los libros de la Biblia en el tiempo, notaremos como coincide con el tiempo del patriarcado y de la esclavitud. Por ello aprueba el que un hombre tenga varias mujeres, por eso cuando el mismo Dios (según sus mismos escritores) les dice que van a tener rey les aconseja que oren por él para que no sea inclinado a tener “demasiadas mujeres” porque lo llevarían a extraviarse, por eso la ley mosaica condena el adulterio femenino, por eso se menciona que lapidaron a mujeres sorprendidas en adulterio, mientras que a ningún hombre le pasó lo mismo, por eso se menciona que Salomón tuvo varios cientos de esposas y concubinas (sin decir que violó ningún mandamiento por ello).

Por ello el pecado entró al mundo por una mujer, por ello los hombres debieron ser los profetas (Daniel, Ezequiel, Amós, Oseas, Isaías, etc), los escritores de la Biblia, los apóstoles de Jesús (recuerde a Juan, a Lucas, etc), mientras que si usted se pone en el ejercicio de buscar mujeres profetas, mujeres jueces de Israel, mujeres escritoras de libros de la Biblia, mujeres apóstoles, se llevará la sorpresa de su vida por si no había caído en cuenta. Por ello Pablo menciona que la mujer aprenda calladamente, en silencio”, que “se cubra con un velo”, “que su marido es la cabeza”, que “no hable en la congregación”.

Todos estos textos y el marco que hemos realizado permite concluir que debemos ir desprendiéndonos de ideas anticuadas como la de que la Biblia es el libro que expresa la voluntad de Dios, que Israel es el pueblo de Dios, que Israel es el vocero autorizado de Dios para contarnos cómo fueron los inicios del mundo, que la Biblia es original, que no tuvo copias. Por el contrario, nuestra investigación permite concluir que muchas pero muchas injusticias se han hecho basados en textos considerados “sagrados”, como en el caso de la absoluta discriminación de la mujer que enseña tal libro.